Aparición de los deportes británicos

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A partir de 1810 la presencia de una colonia de comerciantes británicos relativamente numerosa y con fuertes tradiciones deportivas, no tardó en hacerse notar en el terreno de los juegos y entretenimientos, mediante la introducción de prácticas novedosas, como el atletismo, el cricket y más tarde el fútbol.

Los habitantes de Buenos Aires y de la campaña habían tenido ocasión de asombrarse, durante los lejanos días de las Invasiones, con el extravagante despilfarro de energías que desplegaban los hombres de Beresford en sus prácticas deportivas, y años después con las primeras carreras pedestres (en un país donde todo se hacía a caballo) animadas por el doctor Dick y por sus acompañantes Staples y Carlisle (cf. J. P. y G. P. Robertson, Cartas de Sud-América).

En 1819, un grupo de estancieros, comerciantes y agentes de negocios británicos, entre los que figuraban John Harratt, Thomas Hogg, Richard B. Newton, George Love (director del British Packet), Alexander Crickton, etc., retomó la práctica del cricket, aunque la idea de jugarlo en forma permanente no prosperó por falta de jugadores e instalaciones apropiadas. En 1832 los ingleses volvieron a jugar cricket, esta vez con la participación de algunos criollos, como Federico Terrada, Rafael Calzada, Pedro de la Serna, Luis Gallina, etc., pero recién en la década de 1860 se afianzó la práctica, con la creación del Cricket Club en 1861 y la consiguiente habilitación de la cancha de Palermo.

T. Woodbine Hinchliff ofrece algunos datos de interés sobre los primeros tiempos del cricket en su libro Viaje al Plata en 1861:

"A cosa de una milla hacia el norte, y en el camino de Palermo, está el campo de cricket inglés. Esta importante institución se mantiene en Buenos Aires tan arraigada como en otras partes del mundo donde se congrega un moderado número de ingleses y yo tuve ocasión de presenciar muy buenos partidos. El suelo no estaba tan liso como hubiera sido de desear y a menudo excesivamente calcinado por el sol; en consecuenc iael juego rápido podía traer fácilmente alguna herida...
"Durante el último sitio de Buenos Aires, las fuerzas de Urquiza estaban entre la ciudad y este campo de cricket; los ingleses se hallaban en gran disgusto ante la perspectiva de perder un partido pro yectado y tuvieron ánimo para preguntar si podrían atravesar las líneas. Les fue concedido el permiso y el partido se jugó; pero era un procedimiento arriesgado, en verdad, para unos pocos hombres pasar el día rodeados por gente de la índole que podía esperarse tratándose de los últimos cuadros del ejército de Urquiza...
Recuerdo que un día, mientras empezábamos la partida, sentimos un hedor intolerable cuya fons et origo era un caballo muerto, según se descubrió. La pobre bestia había venido, perdida, a morir en el campo de cricket y fue tratada según la costumbre del país. Le había sacado el cuero el primero que la encontró, y luego la dejó ahí para corromper el aire: el efecto era bien desagradable y buscamos un hombre que le echó un lazo a las patas y salió galopando con ella a la rastra...
Entre el campo de cricket y el río hay una ancha franja de terrenos pantanosos donde, a despecho de los paseos que hacen en días festivos los barberos franceses y los deportistas ingleses, pueden hallarse todavía becasinas y patos silvestres. Allí vi por primera vez, con sorpresa y deleite, los grandes flamencos de alas rosadas."

En 1866 se realizó el primer torneo de atletismo, y un año después se fundó la Buenos Ayres Athletic Society y comenzaron con mayor regularidad las prácticas de salto en alto y largo, las carreras a pie sobre 100 y 440 yardas, las carreras con obstáculos, el lanzamiento de disco y martillo, los saltos con garrocha, etc. (The Standard, 30/5/1867). Al año siguiente se fundó el Buenos Ayres Football Club y en junio de 1868 comenzaron los encuentros todavía esporádicos en la cancha de Palermo.

A partir de la década de 1860 se fueron incorporando paulatinamente, con gran predicamento entre los alumnos de colegios británicos y los empleados ferroviarios, otras actividades como el tennis, el golf, el polo, el boxeo, el yachting, etcétera.

No trataremos en este trabajo el desarrollo de estos deportes, que exigen una consideración específica y mayor abundancia de detalles, pero consignamos que en forma lenta y selectiva en algunos casos (cricket, polo, tennis) o rápida y masiva (como el fútbol), estos deportes ganaron el favor de los criollos y contribuyeron a definir algunas de las características lúdicas de la actual sociedad argentina.

También se debe a la influencia británica, francesa y norteamericana, el arraigo de juegos de naipes como el poker, el bridge, el baccarat, el rummy, etc., que desplazaron a numerosos juegos de origen español o criollo en las preferencias de los jugadores de ciertas clases.

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