El Bilboquete

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El bilboquete tiene verdaderos títulos de nobleza, pues el antiguo historiador L'Etoile, dice que Enrique III gustaba de él tanto como sus pajecillos. Decayó de esta privanza; pero la casualidad, qué es la que constituye la dicha de los juegos y también de los negocios serios, quiso que a mediados del reinado de Luis XV tomasen tal boga, que los elegantes de más alto tono, con la espada al lado y el sombrero de plumas, llevaban donde quiera su bilboqueto de marfil; y aun sobre el mismo teatro lfigenia y Semíramis se presentaban con su bilboquete : tan generalmente adoptado estaba su uso. El bilboquete se compone de una bola de marfil o de madera del tamaño de las de billar, y a veces mucho mayor; de un palito de madera o marfil de cinco a seis pulgadas de largo, y del grueso del dedo pequeño.

El cordón atraviesa la bola metido por la parte más ancha del agujero, y detenido allí por medio de un nudo; y la parte que sale de él por el extremo opuesto, se sujeta al medio del palito, uno de cuyos extremos es puntiagudo, y el otro cóncavo; y que presenta un disco liso y horizontal.

El jugador de bilboquete retuerce el hilo para dar a la bola un movimiento muy vivo de rotación; pues girando así, se aparta menos de la dirección perpendicular. Después de hacerla saltar, se la recibe o en la parte cóncava del palo, o en la punta, que es más difícil. Pero hay jugadores tan diestros que clavan la bola en cuantas suertes echan. Se puede jugar entre, dos, a quien verifica más veces la suerte, dando un número de ellas determinado.

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