Cinco Semanas en Globo (Julio Verne) - pág.77
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boca de los tres viajeros escaparon las siguientes frases, entrecortadas por exclamaciones:
-¿Qué es eso?
-¡Un grito singular!
-¡Y seguimos avanzando!
-Se habrá desprendido el ancla.
-¡No! ¡Está asegurada! -exclamó Joe, tirando de la cuerda.
-¡Sin duda con el ancla arrastramos la roca!
Las hierbas se removieron a bastante distancia, y encima de ellas apareció una forma
alargada y sinuosa.
-¡Una serpiente! -exclamó Joe.
-¡Una serpiente! -repitió Kennedy, al tiempo que cargaba su carabina.
-¡No! -replicó el doctor-. Es la trompa de un elefante.
-¡Un elefante, Samuel!
Y así diciendo, Kennedy apuntó con la escopeta.
-Aguarda, Dick, aguarda.
~No, no tire, señor; el animal nos remolca.
~Y en buena dirección, Joe, en muy buena dirección.
El elefante, que avanzaba con cierta rapidez, no tardó en llegar a un raso, donde se le
pudo ver entero. Por su gigantesco tamaño, el doctor reconoció a un macho de una
magnífica especie. Los brazos del ancla habían quedado trabados entre sus dos blancos
colmillos, admirablemente curvados, cuya longitud no bajaba de ocho pies.
El animal forcejeaba en vano para desprenderse con la trompa de la cuerda que lo
sujetaba a la barquilla.
-¡Adelante, valiente! -exclamó Joe en el colmo de la alegría, animándolo con
entusiasmo-. ¡He aquí una nueva manera de viajar! Mejor tira este animal que un buen
caballo.
-Pero ¿adónde nos lleva? -preguntó Kennedy, que agitaba con impaciencia la carabina
como si le quemase las manos.
-Nos lleva a donde queremos ir, amigo Dick. Ten un poco de paciencia.
-Wig a more! Wig a more!, como dicen los campesinos escoceses -gritaba el alegre
Joe-. ¡Adelante, adelante!
El animal empezó a galopar muy deprisa. Agitaba la trompa de derecha a izquierda, y
con sus bruscos movimientos sacudía violentamente la barquilla. El doctor, hacha en
mano, estaba preparado para cortar la cuerda en caso necesario.
-Pero no nos separaremos del ancla hasta el último momento -dijo.
Aquella carrera a remolque del elefante duró cerca de hora y media. El animal, al
parecer, no sentía la menor fatiga. Esos enormes paquidermos pueden estar mucho
tiempo galopando, y de un día para otro se los encuentra a distancias enormes, como las
ballenas, con las que coinciden en velocidad y dimensiones.
-Si bien se mira -dijo Joe-, hemos hincado el arpón en una ballena y no hacemos mas
que remedar la maniobra de los balleneros durante la pesca.
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