Bajo las Lilas (Louisa May Alcott) Libros Clásicos

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Lo aprendí cuando tenía seis años. Es muy hermoso... Toma, léelo tú- y Thorny le ofreció el libro como lo hubiera hecho un patriarca que se dirigiera a un niño.
Ben observó con poco entusiasmo la página amarillenta cuyas grandes "S" en caracteres antiguos despertaron su atención. Cuando hubo concluido de leer no resistió la tentación de recitar las dos últimas líneas:
"La tierra no puede producir más hermosos frutos que una juventud religiosa."
-Jamás lograría aprender esto. ¿No tienes algo más fácil? -preguntó, volviendo las hojas con ansiedad.
-Mira al final y fíjate si no hay pegada una poesía. Apréndela y verás cómo se alegrará Celia si se la recitas. La escribió ella cuando era una niña; alguien la hizo imprimir para que la leyeran otros niños. Es la poesía que más me gusta.
Contento de matizar con algo divertido las lecturas piadosas, Ben se inclinó sobre el libro y leyó con sumo interés las líneas que la señorita Celia escribiera en su niñez:
MI REINO
Dueña soy de un reino en el que viven todas mis ideas y pensamientos, y es ingrata y difícil la tarea de mantenerlos bajo mi gobierno. Mi voluntad vacila y se extravía, perturbada por malignas pasiones, y el egoísmo sus sombras arroja sobre mis palabras y mis acciones.
¿Cómo aprender a dominar mis ansias, a ser la niña buena que debiera? Honesta y valerosa, incansable en mi afán de ser siempre la primera.. ¿Cómo encender en mi alma la llama para que alumbre con su luz mi vida? ¿Cómo templar mi pequeño corazón en una eterna y dulce melodía?
Amado Padre, que tu amor me guíe y arrojé de mi espíritu el temor. Y para que sienta que estás a mi lado llévame hasta ti, sé mi conductor. Pues ninguna tentación es poca ni es inadvertida la infantil pena, para Ti, que con paciencia infinita a todos reconfortas y consuelas.
No quiero para mí otra corona que la que todos pueden obtener, ni aspiro a la conquista de otro mundo más que aquel que guardo en mi propio ser. Guía. Tú mis pasos para que llegue a encontrar en mi espíritu Tu reino, y conducida por tu tierna mano logre tomarlo bajo ni¡ gobierno.
-¡Me gusta! -declaró Ben con énfasis cuando concluyó de leer el breve canto. Lo comprendo y lo aprenderé en seguida.

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