Cae la Banca de Monte Carlo

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Durante una de las temporadas en Deauville, el Casino se halló al borde de la bancarrota a raíz de golpes muy fuertes y continuados que experimentó a manos de unos cuantos jugadores afortunados.

Igual cosa ocurrió con el de Monte Carlo, al extremo de que un día varios emisarios de la "Directión" fueron a París para entrevistarse en el Ritz Hotel con Sir Basil Zaharoff, para que les prestara auxilio, ya que conocían sus grandes intereses en dicho negocio. "El hombre misterioso de Europa" les expresó sencillamente, mientras tomaba su desayuno:

-Han hecho bien en consultarme, señores. Les compraré las llaves del Casino, sus instalaciones, e incluso su pasivo si existe, y Uds. lo desean.

Pero no era eso lo que la Sociedad quería, sino más bien que se hiciera cargo de la mayor parte de las acciones, cosa a la que aquél accedió, convirtiéndose así, en el â??rey sin corona de Monte Carlo".

Yo siempre he creído que ese título lisonjeaba más bien su vanidad, y más de una vez, mientras recorría en compañía de su bella esposa las instalaciones del Casino, me pareció notar un relámpago en el gris acerado de sus pupilas, como si quisiera revelar que él era el único dueño de toda esa magnificencia, y que suyo era el dinero que corría, fascinador, en los tapetes.

Años después él cedió dicho control al Príncipe Radziwill. Puede decir en todo caso, que mientras Sir Basil fue amo de Monte Carlo, jamás lo ví detenerse siquiera frente a un paño.

Fue en esa temporada, mala para el banquero y excepcionalmente propicia a las damas, que llegó Josefina Baker, la famosa bailarina negra, de fenomenal suceso en París. La encontré una noche, lujosamente ataviada y llena de joyas, apostando sonriente, sin perder un solo golpe; una pequeña muchedumbre se agolpaba tras ella, para aplaudir cada vez que fundía a la banca. Tanta era su suerte que hasta olvidó, al levantarse, una pila de billetes de mil francos, que uno de los inspectores tuvo que alcanzarle en la entrada del salón de baile.

Una hora después fuí testigo de un incidente que me mostró que el corazón de la Baker estaba en su verdadero sitio. Una chica muy bonita había estado apostando con mucha modestia, y más escasa suerte, en uno de los extremos de la mesa. Cuando el rastrillo se llevó sus últimos cien francos, la niña para incomodidad de los hombres y regocijo de las damas, prorrumpió en un llanto ruidoso y desconsolado.

De repente dos brazos cubiertos de diamantes rodearon la espalda de la chiquilla, y la condujeron a un diván y una botella de champaña. Cuando el acceso pasó, y la chiquilla confió su cuita a Josefina, extrajo ésta un gran fajo de sus ganancias, y sin mirar siquiera su monto, los puso en manos de la muchacha.

-Esto no es nada, "cherie" -exclamó sonriente- si vuelve a irte mal, ven a verme mañana al "Normandie".

Supe después que era una corista de la revista del "Folies Bergere", que tenía a la Baker como estrella.

La "buena acción" no fue, empero, hecha con propósitos de ostentación, pues Josefina no necesitaba tales artificios, ya que formaba parte del espíritu de París, casi tanto como el mismo Arco de Triunfo.

No fue sólo Josefina Baker la única artista afortunada en la ruleta, pues también las Dolly Sisters ganaron sumas en ella. Creo, entre los hombres, que ya cité a André Citroen, quien volvió, pues ya lo era, a hacerse millonario con la bolilla saltarina.

No quiero omitir el relato de un dramático suceso que le ocurrió a un noteamericano, alto y delgado, quien durante diez días estuvo ganando, y logró reunir una suma tan grande que colocó en aprietos al Sindicato Griego que explotaba el Casino.

Una noche el hombre fue abordado por otros dos, en inmaculada ropa de etiqueta, quienes le solicitaron una entrevista privada en una de las salitas contiguas. Al llegar allí, uno de los desconocidos le exhibió un cheque por 110.000 francos, fechado un año antes, y que el americano había entregado en pago de una deuda de juego al Casino de Monte Carlo, y que luego ordenó por cable a su banco que no pagase.

Apenas el sujeto regresó a Europa, el servicio secreto del Casino se puso tras sus huellas, sin estorbar que obtuviera ganancias hasta dicho importe, lo que éste había logrado, precisamente esa noche, la víspera de su partida, según ya se sabía.
Abonó el cheque, reconociendo que los Directores del Casino de Monte Carlo no se habían portado demasiado mal con él...

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