Trampas con las cartas

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Las maneras de hacer trampas son diversas y variadas. Marcar las cartas con tinta, laca de uñas o con cualquier otro material es cosa fácil para el experto. Peinar la baraja o prepararla a su conveniencia mediante un corte ficticio, así como colocar las cartas en el orden en que quieren repartirse es también algo fácil de llevar a cabo. Otras formas conocidas de hacer trampa es separar previamente cartas de la baraja para usarlas más tarde. Tales manipulaciones sólo las pueden hacer grandes expertos. Las barajas que tienen pequeñas marcas en su dorso, las cuales usted nunca llegaría a advertir aunque se las mostrasen, pueden ser leídas fácilmente por los tramposos, como si se tratara de grandes anuncios luminosos. Quizás el truco más practicado es el de no repartir la carta que a uno le conviene (por ejemplo un as en el stud-poker) y entregar a los jugadores las cartas que le siguen. Esta trampa puede darse fácilmente en el blackjack cuando un croupier sin escrúpulos trabaja para la casa. Algunos tramposos hábiles pueden incluso retener no solamente la carta superior o la inferior, lo cual sería, en realidad muy fácil, sino también las cartas que se encuentran en el centro de la baraja.

Sólo hay una manera eficaz para descubrir estas estafas, y ésta no consiste en coger al tromposo «in fraganti». El procedimiento más simple es observar el juego, y si en él se hacen trampas, el desarrollo de las jugadas no será correcto. Se harán apuestas o maniobras que no tendrán explicación. Existe una mecánica interior que rige el juego en el poker, por ejemplo, de la que deberían darse cuenta todos los jugadores. Las trampas alteran esta lógica. Si algo extraño sucede, aunque sea sólo una vez, debe ser suficiente para alertarle. Si sospecha que un jugador hace trampas, lo mejor será que abandone el juego cuando pueda, o que encuentre una excusa para impedir en adelante que dicho jugador se siente a su mesa.


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